Oratoria de Madres y Familiares en el 1° de Mayo de 2016

Obreros en Marcha

Queridos compañeros:

Agradecemos a la Mesa Representativa del PIT CNT por brindarnos nuevamente un espacio en este estrado, en el Día de los Trabajadores.

Lo primero que queremos expresar es nuestra mayor solidaridad con todas las personas damnificadas en esta terrible situación de inundaciones y tornados, un golpe tremendo que hoy es la prioridad en todas las necesidades y urgencias. La enorme movilización desplegada en su apoyo por los habitantes de este país promueve una esperanza que reconforta y que llega a los afectados pero que también nos llega a todos. Porque nada es más fuerte que el compromiso con el otro, que la empatía solidaria con los que sufren. Reconfortan las brigadas de sindicalistas, las de los jóvenes, las de todos los que queremos estar ahí para transmitir el mensaje más importante: no están solos.

Esa solidaridad la conocemos muy bien en nuestra lucha. La hemos agradecido siempre. Nos ha rodeado e impulsado. Sin ella no estaríamos aquí.

Y somos conscientes de que es una lucha que forma parte de un movimiento mayor, abarcativo, que tiene mucho de denuncia, de reclamo, de exigencia, pero que también se compone de afecto, de comprensión, de espíritu fraterno, entre quienes la llevan adelante.

No es una lucha que pueda librar un grupo de familiares aislado. Juntos hemos llevado los carteles y la dignidad legada por nuestras madres iniciadoras. Caminamos convencidos de que estas banderas aportan a la construcción de una mejor convivencia, una mayor fortaleza como sociedad, una mayor conciencia de los derechos que nos permita enfrentarnos a la impunidad de ayer y de hoy, a la violencia o abuso de poder, especialmente si proviene del Estado.

El reciente ataque al Laboratorio del Grupo de Antropólogos en la Facultad de Humanidades, para robar los discos de las computadoras y dejar una amenaza a cada integrante del equipo, no puede mantenerse impune. Es un hecho de enorme gravedad que debe generar la alarma correspondiente. Para ejecutarlo se necesitaron medios técnicos y planificación profesional.

Reiteramos aquí públicamente la total solidaridad con los equipos que vienen trabajando en la investigación sobre nuestros familiares desaparecidos, sobre los asesinatos políticos, sobre los robos de niños durante el Terrorismo de Estado y sobre los responsables de estos hechos. Son compañeros en los que confiamos plenamente y a quienes agradecemos su compromiso, su dedicación y su valor. Es por esto que hacemos un llamado a que todos les expresen esta misma solidaridad y confianza.

Hoy, a más de 30 años de recuperada la institucionalidad democrática siguen sucediendo estos episodios. Para nosotros lo ocurrido con el Giaf no es nuevo, las amenazas han sido permanentes en estos más de 10 años de búsqueda. Es así que se ha fotografiado ostensiblemente a testigos cuando entraban a un cuartel, se ha amenazado a soldados que estuvieron dispuestos a declarar en alguna causa, se ha amenazado a los antropólogos cuando sacaban los restos de Julio Castro, se ha robado las computadoras de jueces, fiscales y abogados relacionados con la temática.

Por eso hablamos de la impunidad de ayer y de hoy.

A la impunidad de los delitos de lesa humanidad cometidos en el pasado, y amparada por los sucesivos gobiernos desde la salida de la dictadura, no puede sumarse la impunidad sobre estos ataques en el presente, que hieren profundamente el estado de derecho.

Mantenemos también nuestra exigencia de un cambio de política en la conducción del Ministerio de Defensa que promueva una autocrítica real y pública de las tres fuerzas sobre su participación en el golpe de Estado y en los delitos cometidos en ese marco. Sin esa autocrítica se mantiene la duda sobre cómo están educando a las nuevas generaciones de militares. Estas deben formarse sabiendo que la actuación del pasado fue criminal, que se debe trabajar para esclarecerlo, que se debe asumir las responsabilidades y comenzar a reparar a la sociedad y por sobre todas las cosas que deben comprometerse con el Nunca Más.

En 2016 se cumplen 40 años de la desaparición de Manuel Liberoff, de los compañeros que fueron traídos de Argentina en el conocido como Segundo Vuelo, de los asesinatos de Zelmar Michelini, Héctor Gutierrez Ruiz, William Whitelaw y Rosario Barredo y 45 años de la desaparición de Abel Adán Ayala Álvez – primer uruguayo que inicia la larga lista -. Su memoria, junto a la de todos los compañeros desaparecidos y asesinados, es símbolo para nuestra lucha por Verdad y Justicia. La impunidad se mantiene para estos casos así como para la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, México, que nos recuerda que el método de desaparición forzada sigue estando vigente en el mundo. Para romper esa impunidad es que continuamos con la campaña de pedido de información expresada en nuestra carta pública. Y también continuaremos año tras año, cada 20 de mayo, marchando juntos.

Este viernes 20 de mayo, los invitamos a marchar nuevamente, esta vez bajo la consigna:

“Ellos en Nosotros”

“Contra la impunidad de ayer y de hoy”

“Verdad y Justicia”

Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos

1° de Mayo de 2016.