Palabras de Fernando Funcasta en la instalación de las Placas de la Memoria en el Batallón N° 13 – 27.06.2016
Foto: La Diaria – Pablo Vignali
Queridos compañeros y amigos, autoridades presentes, hoy nos toca volver a este lugar donde cientos de nosotros hemos vivido una experiencia que nos ha marcado para siempre.
Aquí vivimos momentos de profundo compañerismo y solidaridad en situaciones límite que nos enorgullecen, cimentamos convicciones y sentimientos en medio de duras, muy duras, condiciones de detención.
Aquí enfrentamos al torturador despiadado, y su deshumanización.
Hoy es memoria, necesaria… imprescindible para el futuro, para el nuestro, para el de nuestros hijos y nietos.
Porque la memoria no es cuestión del pasado solamente es también promesa de futuro. Porque la democracia necesita tener memoria para consolidarse, para desarrollarse y perdurar.
DEBEMOS RECORDAR…
El Batallón de Infantería Nro. 13, dependiente del Comando del Ejército, que funcionaba en este lugar -hoy ocupado por el Servicio de Comunicaciones- fue desde 1972, lugar de tortura y detención de cientos de compañeros y compañeras.
El mismo que el 9 de febrero de 1973 sacó los tanques a la calle cerrando la ciudad vieja, en lo que se llamó “un golpe de Estado técnico”, y luego los volvió a sacar el 27 de junio de 1973 para dar el golpe de gracia a la Democracia.
Desde el 72, habían presos en esta unidad: vendados y encapuchados, las manos atadas, que eran traídos para una triste rutina: primero el ablande con el plantón, las posiciones incómodas, el frío y la falta de sueño durante días y noches, la picana y el submarino, y de nuevo el plantón o el aislamiento en el calabozo. Las noches de horror con el constante subir y bajar de las escaleras hasta la sala de tortura, la música, los cantos y los gritos de los militares, y el miedo de ser llamado en cualquier momento.
Los calabozos, la enfermería y tres barracas, numeradas 1, 2 y 3, alojaron a los presos antes de despacharlos a los diferentes penales. Algunos llegaron a estar años aquí.
Luego con el paso del tiempo también fue lugar de enterramientos clandestinos, de los cuales hemos podido recuperar un cuerpo -uno solo- el del escribano Fernando Miranda, a quien hoy queremos homenajear particularmente. Otros cuerpos, señalados como enterrados en este lugar, no han podido ser encontrados a pesar de la búsqueda de los antropólogos.
Denunciamos también la implicancia del Batallón de Infantería 13 en el Plan Cóndor, esa coordinación represiva que la justicia argentina acaba de condenar como delictiva.
En estrecha colaboración con el Ejército Brasilero, en 1978, como surge de los juicios en el vecino país y también en el nuestro con respecto al secuestro de Universindo Rodríguez, Lilian Celiberti y sus dos hijos. Y también con el Ejército Argentino con la sospecha de varios compatriotas traídos desde allí, señalados en las denuncias de varios soldados: Washington Barrios, Atalivas Castillo, Eduardo Gallo, Miguel Rio Casas.
En 1975, el Estado Terrorista al frente de nuestro país creó un Centro Clandestino dentro de Unidad Militar en total impunidad. En el Servicio de Materiales y Armamento, en un galpón con restos de maquinas, abren un Centro Clandestino de Detención, llamado 300 Carlos o el Infierno Grande. En dicho centro se practicó el secuestro y la tortura, a gran escala.
Las condiciones de detención eran particularmente atroces. Los presos estábamos encapuchados permanentemente, para que los torturadores no pudieran ser reconocidos. Apenas llegados un número era adjudicado.
Los detenidos estaban incomunicados y “desaparecidos”. Nadie sabía de nosotros y nuestro futuro era incierto y aterrador. No sabíamos si iban a blanquear nuestra situación o no. Si sabíamos que nuestra vida no les importaba!
Ocho compañeros y compañeras desaparecen aquí: Elena Quinteros Almeida, Fernando Miranda Pérez, Eduardo Bleier Horowvitz, Juan Manuel Brieba, Carlos Pablo Arévalo Arispe, Julio Gerardo Correa Rodríguez, Otermín Laureano Montes de Oca, Julio Escudero Mattos.
El galpón que utilizaban está intacto y es fácilmente reconocible. La escalera, la sala de tortura, las máquinas, y hasta los huecos en el piso.
Denunciamos también la implicancia del SMA en el Plan Cóndor, en estrecha colaboración con el Ejército Argentino, como surge de los juicios en el vecino país y también en el nuestro, como en el caso del hijo de Luisa Cuesta, Nebio Melo.
Hemos pasado por este centro muchos compañeros. Hoy queremos recordar y homenajear a aquellos, que luego de pasar por los horrores vividos aquí, han fallecido por las secuelas de la tortura.
Queremos saludar también a los familiares que dieron una batalla incansable e indoblegable por sus compañeros y amigos. A todo el pueblo solidario del Uruguay que supo dar la lucha y terminar con las cárceles y la dictadura.
Esperamos que a más de 40 años de los hechos, la lenta Justicia uruguaya, rechazando toda las chicanas interpuestas por los militares, aplicando la noción de Crímenes de Lesa Humanidad, ante el cúmulo de prueba, pueda dictar rápidamente sentencia en estas causas.
Por la memoria de los que ya no están, pedimos que este lugar, cargado de historia, pueda convertirse en un Espacio de Memoria.
Memoria, Verdad y Justicia
Contra la Impunidad!
Nunca más Terrorismo de Estado!
Fernando Funcasta
27 de junio de 2016