Oratoria de Madres y Familiares – 10 de diciembre de 2023

Estimadas y queridas compañeras y compañeros,

Una vez más nos encontramos aquí, en este lugar tan significativo para nuestra Asociación, en el marco del Día Internacional de los Derechos Humanos.

A 75 años de la Declaratoria Universal, la vulneración sistemática de los derechos humanos es una realidad que nos aqueja como personas y comunidades. Hoy, con el foco atento en el genocidio que el pueblo Palestino está viviendo, exigimos el fin de los ataques indiscriminados contra civiles, el desplazamiento forzado y el asedio de Gaza. Ya no es una justificación valida el “derecho a defenderse” de Tel Aviv cuando existe un agravamiento del apartheid y un hostigamiento sistemático a un pueblo: los bombardeos y la invasión a Gaza perjudican mayoritariamente a la población civil, pero no a la base militar de Hamas.

El Sur Global vive una serie de privaciones y vejaciones históricas. En Uruguay, particularmente, nos encontramos en un escenario de  retrocesos y recortes en materia de derechos, canalizadas por la vía legislativa, como el aumento de penas y el punitivismo, y la encarcelación como primer medida, el gatillo fácil por parte de la “seguridad ciudadana” o la detención de una persona por ser portadora de aspecto; la disminución de la participación social en espacios de toma de decisión de los asuntos públicos, como es el caso del campo educativo en el que se recorta la participación del estudiantado y los docentes, entre otros.

A su vez, también nos encontramos con un ajuste presupuestario, donde se destinan magros recursos a leyes que consagran conquistas del campo popular en materia de derechos, vulnerando su pleno goce o representando barreras para su implementación.

No nos pasa inadvertido vivir en un país en el que se realiza 1 denuncia cada 13 minutos por violencia basada en género, un país donde van 21 femicidios en el presente año, que permite las diversas formas de discriminación influyendo directamente y dificultando la accesibilidad a empleos de calidad, accesos a vivienda digna y decorosa de algunas poblaciones, aumentando las brechas salariales fundamentalmente a la población afrodescendiente, a las disidencias, las personas jóvenes y las mujeres.

En este acto tan fraterno y familiar, los y las invitamos a una reflexión profunda que nos permita hacer un balance y reconocer las fuentes de tensiones y disputas que nos aquejan en nuestro país.

A 50 años del Golpe de Estado de 1973, repudiamos las afirmaciones de actores políticos que hace unos días enunciaron que en estos 40 años no se respetó la institucionalidad democrática, debido al camino tomado con las medidas interpretativas a la conocida “Ley de Caducidad”, restableciendo la pretensión punitiva del Estado para los delitos cometidos en aplicación del terrorismo de Estado hasta el 1° de marzo de 1985.

Son estas palabras, sumadas a tantos discursos que reivindican o justifican las acciones cometidas durante el Terrorismo de Estado, las que hacen que hoy nos encontremos en alerta ante el lento avance de una mirada negacionista sobre nuestro pasado reciente.

Un acto claro de estos ataques a la memoria, son las amenazas que se sucedieron contra una compañera militante de La Casa de Óscar, colectivo que se encuentra trabajando arduamente por la memoria en San Ramón. En un oscuro y anónimo acto que reivindicaba el viejo nombre de la JUP, se buscó amedrentar a quienes trabajan día a día en la construcción del Nunca Más.

Así como pronunciábamos en su momento, continuamos reclamando una investigación profunda y que la justicia actúe de la forma que debe para esclarecer esta situación; no podemos permitir ningún acto que busque amedrentar y dañar el trabajo por la Memoria, Verdad y Justicia.

Ante diversos ataques acontecidos durante este año, repetimos nuevamente que no somos movidos por el odio, sino por el amor. Ese que hizo a las madres y a los padres, ir a los cuarteles a buscar a sus hijas e hijos, a realizar las primeras denuncias; a concurrir a los organismos nacionales y extranjeros buscando respuestas y denunciando la desaparición forzada de sus familiares; el amor que movió a esas abuelas y abuelos que buscaban a sus nietos nacidos o por nacer; ese amor que impulsó a los familiares, vecinas y vecinos, a los amigos, a hacer las colas en el penal, a pesar el membrillo y armar “el paquete”, a resistir de manera clandestina, y a seguir luchando hoy.

Ese amor es el que ha construido esta lucha a lo largo del tiempo, es el que ha peleado contra el dolor de la injusticia, pero que ha permanecido firme para poder continuar avanzando en esta causa.

De esta manera, se han logrado diversos logros en este tiempo, batallando para resquebrajar con la impunidad. Es esto lo que nos ha permitido seguir denunciando y reclamando. Es esto lo que nos permite no bajar los brazos y seguir adelante, el seguir golpeando puertas, continuar los procesos de denuncia y declaración, por más dolorosos y re victimizantes que sean, para que esto no le pase a nadie nunca más.

Cada sentencia nos dice que las víctimas teníamos y tenemos razón: que es el Estado el responsable de la violación de Derechos Humanos durante el Terrorismo de Estado, y por la falta de esclarecimiento y juzgamiento de los hechos. Así, culminamos un año con distintos y numerosos procesamientos a responsables de crímenes cometidos durante este período: a Ricardo Arab, por los Fusilados de Soca; a Lacasa Antelo, Sciosia, Parisi Alegre, Ohannessian y Pereyra por la desaparición de Julio Correa Rodríguez; a Rubens Francia y Francisco Macalusso por los crímenes de tortura contra 20 militantes de la Unión de la Juventud Comunista en el departamento de San José, entre tantas otras sentencias.

También, este año se llevó adelante el cumplimiento del acto público mandatado por la Sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos por el asesinato de las Muchachas de Abril y las desapariciones forzadas de Oscar Tassino y Luis Eduardo González González. Fue esta una sentencia de gran importancia y cargada de simbolismo: fue el Estado el que tuvo que reconocer su responsabilidad, a pesar de la ausencia del Presidente de la República.

Estos avances en materia de justicia nos llevan a reivindicar una vez más el papel de la Fiscalía Especializada en Crímenes de Lesa Humanidad: el camino de la verdad y la justicia, sólo puede hacerse teniendo una justicia comprometida, que no haga oídos sordos a los reclamos de las víctimas.

Este año, a su vez, nos permitió avanzar en materia de verdad y dar, por fin, una respuesta al destino de dos de nuestros familiares: Héctor Giordano y Jorge Pedreira Brum. Gracias al arduo trabajo del equipo de búsqueda de la Institución Nacional de Derechos Humanos, en concordancia con sus pares argentinos, finalmente, luego de tantos años de dolor e incertidumbre, se pudo reconstruir parte de la historia y el destino final de Héctor y Jorge, pudiendo dar así algo de calma a familias que durante más de 40 años han sufrido esperando respuestas.

El pasado 6 de junio, fueron encontrados restos humanos en el Batallón de Infantería Paracaidista N°14 de Toledo gracias al trabajo inclaudicable del Grupo de Antropología Forense. Se pudo constatar que se trataba de un enterramiento primario, donde el cuerpo estaba colocado boca abajo, desnudo y cubierto de abundante cal, tanto arriba como abajo del mismo, con una loza de material de entre un metro setenta y dos metros, que estaba por encima de la cal recubriendo el cuerpo.

Fue este un enterramiento cobarde, cruel y clandestino; según la Junta Médica, se trató de una muerta violenta en el contexto de privación de libertad y malos tratos o torturas, lo que no deja ninguna duda de que se trata de una persona detenida desaparecida en el marco de la última dictadura cívico-militar.

Tiempo más tarde supimos que se trata de una mujer; la falta de una coincidencia genética, no nos permitió alcanzar la identificación de esta compañera. Es inexplicable el dolor que nos agobia al no poder nombrarla; no saber de quién se trata, no poder unirla a su historia, no poder darle refugio, es un gran dolor para todas nosotras.

Sabemos que la identificación es un proceso, la comparación genética es una herramienta que necesita una buena representación familiar para dar resultados certeros.  Por ello, se conformó una mesa de trabajo entre el EAAF, el GIAF, la INDDHH, la Fiscalía Especializada y nuestra Asociación, para estudiar caso a caso las necesidades de ampliación de las muestras de familiares de personas detenidas desaparecidas que no llegan al puntaje necesario.

En este contexto, aprovechamos para recordar que está en curso una campaña de recolección de muestras coordinada por nuestra Asociación en conjunto con el GIAF y el EAAF de todas aquellas personas que no hayan donado o deseen saber si las muestras aportadas en su núcleo familiar son suficientes. Para lograrlo solicitamos a las familias que se comuniquen mediante WhatsApp al número 099 761 805 o al correo famidesagenetica@gmail.com.

Necesitamos del esfuerzo de todos y todas para poder llegar a cada rincón con esta solicitud. No descansaremos en nuestro trabajo hasta poder lograr su identificación, darle un nombre a quien ha estado secuestrada durante tantos años, y permitirle así un cobijo en su pueblo. Detrás de cada desaparecido y desaparecida, hay una persona que amó y soñó, que tenía una historia detrás, utopías y esperanzas, familia, amigos y amigas, alguien que la esperaba. Por defender nuestra democracia ante quienes con sus oscuras garras procuraron eliminarla, debieron dar el costo más grande: su vida.

Nuestros familiares han estado secuestrados durante demasiado tiempo: recordamos una vez más, que la desaparición forzada es un crimen permanente, un crimen que, por su magnitud, es irreparable. No pedimos más que la verdad: la entrega de los archivos que nos permitan dilucidar lo sucedido; la valentía para romper el pacto de silencio y quebrar la impunidad. Necesitamos y reclamamos la verdad.

El tiempo corre, transcurre inclemente; hemos despedido a muchas madres y familiares que se han ido sin poder saber la verdad, sin encontrar respuestas que puedan brindar algo de paz a un dolor que resulta indescriptible, encerrado en un duelo que no tiene fin. ¿Cuánto más tenemos que esperar? ¿A cuántos más deberemos despedir antes de saber la verdad? A pesar del dolor y el cansancio, debemos decir que no flaqueamos, que seguimos luchando, que, más tarde o más temprano, los encontraremos a todos y todas.

En este camino, no estamos solas: esta lucha ha permeado en todo el entramado social, y se ha vuelto carne en nuestra sociedad, de un pueblo que no olvida, que reclama justicia, que construye memoria y necesita la verdad. Un pueblo que nos acompaña e inunda las calles cada 20 de mayo. Sólo con ustedes a nuestro lado, podremos vencer el olvido.

Por Memoria, Verdad y Justicia. Nunca más Terrorismo de Estado.