Homenaje a Cléber (Hno. Mauricio) Silva Iribarnegaray

Recibimos y difundimos
A 40 años de la Detención-Desaparición del sacerdote uruguayo Kléber -Mauricio-Silva Iribarnegaray en Buenos Aires el 14 de junio de 1977 los invitamos al homenaje que le haremos el miércoles 14, en la Misa de 19 y 30′ horas en la Parroquia San Juan Bautista, en Pocitos, -calle D. Tamburini entre R. Masini y Guayaquí-.
Aún no sabemos toda la verdad de lo qué le hicieron, ni de quiénes participaron, ni porqué, ni donde está su cuerpo.
Nació en Montevideo el 20 de setiembre de 1925. Mauricio fue su nombre religioso y familiar que adoptó en su Confirmación, siendo seminarista salesiano. Fue maestro en la Patagonia, Lugar que le dejó profunda huella.
Para solventar económicamente a su madre viuda pasó al Clero Diocesano de Montevideo siendo muy bien recibido por el Cardenal Antonio María Barbieri conocedor de su espiritualidad y cualidades personales.
Participó como mediador entre la Iglesia y el líder de los cañeros Raúl Sendic. Experiencia que lo marcó profundamente.
Trabajó en la renovación de la catequesis en colegios como el San Juan Bautista, en la época de la renovación de la Iglesia después del Concilio Vaticano II.
Supo interpretar y poner en práctica la pautas de la Conferencia Episcopal Latinoamericana. Realizó una lectura sabia de los documentos de Medellín. Ayudó a forjar hombres libres y responsables.
En un retiro espiritual para sacerdotes conoció al Hno. Arturo Paoli, de la Fraternidad de los Hermanitos del Evangelio. También participó el sacerdote Julio Elizaga, quién afirma que «el cuerpo de Mauricio debería estar enterrado en la catedral de Montevideo» si existiera. El carisma del Hno. aumentó su deseo de buscar una vida de mayor compromiso social y entrega evangélica más radical.
En 1970 entró como novicio en la Fraternidad de los Hermanitos del Evangelio, -continuadores de la espiritualidad de Charles de Foucauld- en La Rioja, con Arturo Paoli, siendo obispo Enrique Angelelli. Vivió la pastoral de esa iglesia riojana democrática, ecuménica y pluralista. Fue para Mauricio una etapa de vida contemplativa muy intensa, un gran místico y de trabajo duro. En 1972 fue clasificador de residuos, en Santa Fe, en Rosario. La represión ya se sentía, sobre todo con los que participaban en actividades sociales y religiosas.
En los primeros meses de 1973 Mauricio va madurando su proyecto de comunidad evangelizadora y de acompañamiento en medio de los barrenderos municipales, en condiciones de trabajo paupérrimas. Su deseo era «ser el más pobre entre los pobres,el último entre los últimos». La calle lo ponía en contacto con el pueblo y sus necesidades, las que satisfacía con gusto.
Trabajó en el Gremio. Ayudó a que no se privatizara el barrido de la zona del Corralón de Floresta. Fue muy reconocido por sus compañeros.
En el año 2003 se sancionó una Ley para la ciudad de Buenos Aires, por la cual el 14 de junio se establecía como Día del Barrendero Municipal. En el año 2014 se sancionó otra Ley para toda la Nación.
Vivir el Evangelio sin claudicaciones lo llevó al martirio, como a sus hermanos Nelio Rougier, Pablo Gazzarri, Carlos Bustos, y una larguísima lista. Otros fueron laicos y catequistas, -como Mónica Mignone-, en gran número también. Ese mismo día 14 se llevaron a los uruguayos José Michelena y a su esposa Graciela De Gouveia,catequista, de su casa en Avellaneda. Sus dos hijitos quedaron con el portero. Días antes se llevaron a los barrenderos Néstor  y Julio Goitía, sus amigos.
«Existieron!, ¿Dónde están»? » Que respondan los victimarios apremiados por la fuerza de la Ley» decía su hermano Jesús, en el año 2007.
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