20 de diciembre de 2023: Oratoria

Montevideo 20 de diciembre de 2023.

 

Estimadas compañeras y compañeros,

Queremos comenzar saludando esta movilización; agradecerles la presencia de cada uno de ustedes aquí presentes, de todos los colectivos que se han sumado y han enviado su apoyo y adhesión. Han sido muchos los mensajes que nos han llegado y que nos demuestran, una vez más, que no estamos solas ni solos, que todos somos familiares.

Como ya saben, hace más de seis meses, el día 6 de junio, en la mañana, el Grupo de Investigación en Antropología Forense, sacudía el piso de todas nosotras con la noticia de un nuevo hallazgo: en el Batallón de Infantería Paracaidista N°14, se habían encontrado restos humanos.

Poco más tarde, los familiares podríamos ingresar a dicho Batallón y ser testigos una vez más del oscuro accionar de los terroristas de Estado: es casi imposible poner en palabras la experiencia que cada una de nosotras y nosotros atraviesa desde el momento en que la novedad llega. La noticia, la espera angustiosa hasta poder ver los restos, poder ingresar y tener por fin la certeza de que allí está: que uno o una de nuestros familiares pudo ser hallado, que lo o la encontramos.

Y el hallazgo despierta otros tantos dolores y preguntas: ¿quién es? ¿qué le hicieron? ¿por qué? La mano amiga que sostiene, el abrazo compañero que nos guía, que otorga calma dentro de la angustia y nos sostiene entre tanta incertidumbre.

Así fue cuando recibimos las primeras certezas: se trataba, sin duda, de un enterramiento clandestino y cruel, un enterramiento primario que coincidía con los hallazgos previos y nos daba la certeza de que se trata de una víctima de la última dictadura cívico-militar; la certeza, de que se trata de un familiar nuestro. La cal que recubría su cuerpo por debajo y por arriba, junto a una loza de entre metro setenta y dos metros; muestra clara de la intención de ocultamiento. El cuerpo boca abajo, sin vestigio de prenda alguna.

Las preguntas que se agolpan, los ojos que recorren y buscan darle forma a lo que se encuentra ante ellos para entender que se trata de una persona, imaginando sin querer cómo fueron los escenarios de su triste final.

El tiempo pronto iría dando respuestas. Permitiendo saber que se trataba de una compañera, una mujer, muerta en condiciones de tortura y malos tratos. Asesinada.

El tiempo, sin embargo, no ha sido aún suficiente para poder dotarla de un nombre.

¿Quién es?

Hace más de seis meses que preguntamos su nombre. Hace más de seis meses que la buscamos.

Sabemos que la identificación es un proceso difícil, que hay diversos elementos que han complejizado este camino.  No se nos escapa el trabajo esforzado e inagotable que se viene realizando; desde el minuto uno que hemos trabajado incansablemente junto al EAFF, a la Fiscalía especializada, al GIAF y a la Institución Nacional de Derechos Humanos.

Ha sido arduo el camino y sabemos que aún no lo hemos agotado. Seguiremos trabajando y buscando hasta poder alcanzar nuestro objetivo.

Nos urge nombrarla. Nos urge darle un nombre.

Necesitamos saber quién es, qué nombre lleva. Quién fue, cuál es su historia. Poder saber si bailaba, si reía, si tenía sueños o miedos. Cómo era su pelo, cómo eran sus ojos… Poder abrazarla y refugiarla; poder darle la paz que le arrebataron, ponerle fin a su secuestro. Arrancarla, finalmente, de las garras de quienes apagaron su vida.

Hace más de seis meses que buscamos respuestas.

Hace más de seis meses que preguntamos y exigimos que nos digan quién es.

Hace más de seis meses, en el Batallón N°14, se volvió a reafirmar algo que venimos exigiendo hace mucho tiempo. Son las fuerzas armadas, asesinas y cobardes, las que ocultan la verdad, las que mantienen secuestrados a nuestros familiares. Es a ellas, a las que hoy les exigimos nuevamente: que hablen, que rompan el pacto de silencio, que digan, de una vez por todas, la verdad: ¿qué hicieron con nuestros familiares? ¿dónde están?

Son las Fuerzas Armadas las que mantienen con total impunidad el pacto de silencio, pero no son las únicas a las que marcamos responsables. No podemos olvidar que obedecen a una jerarquía superior que puede y debe ordenar la búsqueda y la entrega de información. Es también al Presidente de la República a quien le exigimos que actúe y esté a la altura; es él el Comandante en Jefe de las mismas, es quien puede dar la orden.

No podemos olvidar que no hay democracia plena con impunidad: por ello, el Presidente debe responder, el Ministro de Defensa debe responder. Este tema, cabe recordarles, no es uno con el que se pueda ni deba hacer rédito, midiendo quién hizo más y quién menos. Quienes pueden y deben actuar, hoy, no lo hacen y es a ellos a quienes también exigimos.

Este hallazgo y la no identificación, ponen sobre la mesa una cara antes no vista del Terrorismo de Estado: el silencio hasta el final, la tortura que no tiene fin, sobre los cuerpos secuestrados y sobre nosotros sus familiares, sobre la ciudadanía toda.

La desaparición forzada, recalcamos, es un crimen permanente. Un crimen pensado y planificado cuyo único objetivo es amedrentar, sostener el Terrorismo sobre toda la sociedad. Es un acto perverso y cruel.

Es por ello que volvemos a denunciar la cobardía de quienes lo cometieron. De aquellos que, embriagados de poder, pusieron sus armas sobre personas comunes y corrientes, sobre hombres y mujeres cuyo único crimen fue pensar diferente, atreverse a soñar con utopías en medio de la oscuridad. Quienes asesinaron, secuestraron y torturaron, hoy vuelven a mostrar su peor cara.

Una vez más reclamamos por verdad: exigimos a las fuerzas políticas que actúen a la altura y reclamen los archivos que sabemos esconden; exigimos que actúen y rompan con la impunidad, una impunidad que ha durado ya demasiados años.

Nos encontramos hoy con discursos e intentonas negacionistas, con actores que llegan incluso a reivindicar o justificar el Terrorismo de Estado. Vemos proyectos de ley y leyes ya aprobadas que intentan reescribir la historia o que buscan premiar con beneficios a criminales de lesa humanidad. Ante esto, se hace urgente continuar trabajando por la construcción del Nunca Más Terrorismo de Estado.

Tal como mencionábamos el pasado 10 de diciembre en el Memorial a nuestros Detenidos Desaparecidos, volvemos a recalcar que nos encontramos en alerta ante el lento avance de una mirada negacionista sobre nuestro pasado reciente.

Ante diversos ataques acontecidos durante este año, repetimos nuevamente que no somos movidos por el odio, sino por el amor. El amor de las madres y padres, de las abuelas y abuelos, de los hijos y las hijas, de aquellos familiares, vecinas y vecinos, de los compañeros y amigos, que denunciaron y buscaron respuestas aún bajo el terrorismo de Estado y siguieron buscando después.

Ese amor es el que ha construido esta lucha a lo largo del tiempo, es el que ha peleado contra el dolor de la injusticia, pero que ha permanecido firme para poder continuar avanzando en esta causa.

Ese amor es el que ha impulsado esta lucha y ha conseguido avances: a través de la condena a represores; es el que logró dar inicio al cumplimiento de la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos por los asesinatos de las muchachas de abril y las desapariciones forzadas de Tassino y González (de la que aún faltan grandes avances). El que, este año, ha logrado dar respuesta al destino final de dos de nuestros familiares: Héctor Giordano y Jorge Pedreira Brum, dando así algo de calma a más de 40 años de espera.

Es este amor el que nos mueve una vez más. El que nos obliga a no quedarnos a la espera, que nos obliga a reclamar y exigir respuestas y compromiso de los tres poderes del Estado para terminar con este crimen que los distintos gobiernos democráticos han tolerado. Repetimos nuevamente: no hay democracia plena con impunidad.

Continuamos exigiendo la verdad y que se deje de cobijar estos crímenes: que los criminales hablen, que se entreguen los archivos y se rompa el pacto de silencio.

A quienes mantienen secuestrada la verdad hoy, a más de seis meses del hallazgo, les exigimos que nos digan quién  es nuestra compañera hallada en el Batallón N°14. Ellos saben y callan en su cobardía.

El tiempo pasa, transcurre inclemente: hemos despedido a muchas madres y familiares que se han ido sin poder saber la verdad, sin encontrar respuestas que puedan brindar algo de paz a un dolor que resulta indescriptible, encerrado en un duelo que no tiene fin. ¿Cuánto más tenemos que esperar? ¿A cuántos más deberemos despedir antes de saber la verdad?

No queremos ni podemos esperar más.

Porque esta causa no es sólo nuestra, porque es a la sociedad toda a la que se le debe una respuesta, es que exigimos y nos movilizamos. Nos urge nombrarla, nos urge saber su nombre.

No descansaremos hasta tener una respuesta. Hasta encontrarlos a todos y a todas.

Seguiremos siempre aquí, luchando y sembrando margaritas por Memoria, Verdad, Justicia y Nunca Más Terrorismo de Estado.