Oratoria del Prof. Oscar Destouet – 30 de Agosto de 2021

Día Internacional del Detenido Desaparecido

30 de agosto 2021 – Sala Zitarrosa

El Juicio de Roma

Oscar Destouet

El 9 de julio próximo pasado, luego de 22 años de iniciado el proceso judicial la Corte Suprema de Justicia de Italia ratificó la cadena perpetua a los responsables del Plan Cóndor, entre ellos a 13 uruguayos y encarceló al Capitán Jorge Tróccoli. Recordemos someramente la historia.

La década de los 90 fueron años donde el dolor convivió con la impunidad y la desesperanza.

En diciembre de 1986 se votó la ley de impunidad y el 16 de abril de 1989 la ciudadanía ratificó con su voto dicha ley. El miedo, entre otras razones, fue factor fundamental para que crímenes inenarrables no se investigaran y sus responsables sortearan no solo los Tribunales de Justicia sino el conocimiento público de los hechos.

Tuvimos desaparecidos, pero no desaparecedores.

Las políticas de impunidad, negación y silencio recorrieron el continente. Se le llamó Punto Final, Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado, Obediencia Debida o simplemente olvido. Algunos minimizaron los hechos y negaron su magnitud.

La convocatoria a una Marcha del Silencio por 18 de julio el 20 de mayo de 1996 transformó el silencio impuesto en un silencio activo reivindicando memoria y justicia. Con una presencia multitudinaria se demostró que las voces de tantos ya no podrían ser silenciadas. El reencuentro en la calle revivió nuevas esperanzas.

Al no ser posible ejercer el derecho a la justicia en nuestras tierras se iría a donde sea para lograrlo. La consigna “como a los nazis, a donde vayan los iremos a buscar” caló hondo en muchas mentes a lo largo del mundo. “Hay que aprender a resistir. No a irse ni a quedarse, a resistir” escribió Juan Gelman.

En 1998 el juez español Baltasar Garzón solicitó la extradición del dictador de Chile Augusto Pinochet que se encontraba en visita privada en Londres. Fue detenido. Trámites legales lo salvaron y lo devolvieron a su país. No se logró el objetivo, pero quedó demostrada la legitimidad de la justicia tras-nacional frente a crímenes de Lesa Humanidad.

Ese mismo año un grupo de victimas se reunieron en la sede SERPAJ, participó Luz Recagno, María Bellizzi, Aurora Meloni, Felipe Michelini, Raúl Olivera y Guillermo Payseé en nombre de SERPAJ en coordinación con Cristina Mihua residente en Italia y Zelmar Michelini (h) residente en Francia. Deciden presentar una demanda judicial ante un Tribunal en Roma reclamando justicia por un grupo de asesinados y desaparecidos de origen italiano. Contaron con el apoyo de la Secretaría de DD. HH del PIT CNT cuyo responsable era Luís Puig.

En 1999 parten rumbo a Roma Luz Ibarburu madre de Juan Pablo Recagno y María Bellizzi madre de Humberto Bellizzi desde Uruguay, desde España Marta Casal de Gatti esposa de Gerardo Gatti y desde diferentes ciudades italianas Aurora Meloni, esposa de Daniel Banfi asesinado en Bs. As en 1974 y Cristina Mihura esposa de Bernando Arrnone secuestrado y desaparecido en 1976.

El objetivo era dialogar con el Fiscal Giancarlo Capaldo sobre la viabilidad de entablar un juicio penal en defensa de los derechos de ciudadanos italianos en el marco del Plan Cóndor.

Ese año se dieron las dos primeras denuncias a cargo de las residentes en territorio italiano. Tiempo después se integraron María Ester Gatti de Islas, madre de M° Emilia y abuela de Mariana, Marta Giordano hermana de Héctor Giordano, René Pallares madre de Julio D’Elía, Graciela Borelli hermana de Raúl Borelli y la familia de Raúl Gambaro (residente en Italia). Todos de origen italiano. Desde el inicio se tuvo el apoyo de la asociación de DD. HH 24 de marzo de Italia, organizaciones sindicales, comunas, etc.

La Justicia italiana asume la potestad de investigar homicidios de personas italianas cometidos en el exterior y admite que el juicio se lleve a cabo sin la presencia de los imputados (juicio en ausencia). Hubo antecedentes, los Tribunales italianos ya habían iniciado investigaciones por delitos cometidos durante la dictadura argentina.

En el 2007 un hecho relevante vinculó nuevamente justicia y cobardía. Sin imaginar sus consecuencias futuras, se produjo la fuga del Capitán Jorge Tróccoli hacia Italia para eludir un proceso judicial que se abría en nuestro país y lo involucraba.

Frustrada la solicitud de extradición del prófugo se produce un vuelco en la estrategia judicial. Ingresa el Estado uruguayo como parte afectada. También el Frente Amplio.

Al fugado Tróccoli se lo juzgó como un italiano acusado de delitos de Lesa Humanidad, y la condena prevista para esos delitos era la Cadena Perpetua.

Pasaron más de 16 años, con marchas y contramarchas en búsqueda de Verdad y Justicia. En el 2015 y 2016 comenzaron las audiencias públicas en Roma. Cientos de testimoniantes, académicos, periodistas, dirigentes políticos y juristas provenientes de diversos países del mundo hicieron sentir su voz y sus sentimientos. Se investigó en profundidad el Plan Cóndor, sus planes operacionales y a los responsables de delitos de Lesa Humanidad. Se celebraron 60 audiencias públicas.

El procedimiento se basó en la propia legislación italiana para la cual los asesinatos aberrantes cometidos por organizaciones mafiosas no prescriben. Se demostró que el Plan acordado en la Conferencia de Ejércitos Americanos reunida en Santiago de Chile en 1975 fue una red secreta de Inteligencia y contrainsurgencia entre las dictaduras de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay para el intercambio de información y personas incluyendo secuestros y asesinatos. Tuvo su origen en la cooperación bilateral entre las fuerzas militares y policiales en el marco de la Guerra Fría y la política de Estados Unidos en la región.

Carlos Osorio, Director del Proyecto Cono Sur de la Universidad George Washington presentó ante el Tribunal un documento fechado el 26 de julio de 1976 que confirma la coordinación con la CIA y el Departamento de Estado de EE.UU. El documento proporciona nombres de detenidos en Bs. As entre ellos Gerardo Gatti y León Duarte. Es el primer documento oficial que confirma el accionar y los contactos entre las fuerzas represivas de la región. También refiere al Senador Zelmar Michelini.

Isabel Allende y Zelmar Michelini (h) presentaron su testimonio que ilustró el clima político en el que estuvieron inmersos sus padres en los últimos momentos de su vida.

“Soy Isabel Allende, hija de Salvador”. Así empezó el testimonio quien fuera la Presidenta del Senado Chileno. Contó su llegada a La Moneda en la mañana del 11 de setiembre de 1973: “Él nos reunió en un salón y agradeció la presencia de la gente, pero pedía que salieran, decía que no era necesario sacrificar vidas. Pero nadie quiso salir”.

Zelmar (h) relató ante el tribunal “yo tenía 18 años y vivía con mi padre en el Hotel Liberty en una pieza chiquita con dos camas. La primera cosa que mi padre me dijo cuando llegué a Bs. As fue la de tener cuidado porque había policía por todos lados. A veces hasta se instalaban policías dentro del Hotel. En otras ocasiones salíamos y veíamos que nos seguían. Yo estaba con él el día que llegaron los militares al hotel y se lo llevaron”.

Como lo remarcó Sara Méndez “los testigos son sobrevivientes y victimas. Tenemos todavía que romper el temor que tenemos, para contar el temor. Y no queremos ser víctimas, sino rescatar nuestra función, que es la razón por la cual sobrevivimos. Para hablar”.

Al momento de la sentencia en Roma, el Plan Cóndor ya había sido reconocido judicialmente en Uruguay (2009), Argentina (2016) y por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en dos oportunidades (Goiburú Vs. Paraguay, 2006 y Gelman Vs. Uruguay, 2011). La diferencia fue que en esos casos la Operativa Cóndor fue el contexto, en el Juicio de Roma la Operativa se investigó en su conjunto y fue centro del pronunciamiento, ejemplarizado con casos que tuvieron como víctimas directas a ciudadanos italianos, y el accionar de un victimario el ciudadano italiano Jorge Tróccoli.

Con el respaldo de documentación de archivos del Estado el testigo Martín Ponce de León probó que “al día siguiente a la llegada de Tróccoli a Argentina, y por dos días, hasta que él regresa a Uruguay, se desata la ola de secuestros que incluye compañeros de los GAU [Grupos de Acción Unificadora] y de otros sectores políticos vinculados en Buenos Aires a los GAU en la Unión Artiguista de Liberación”.

Para finalizar, algunas ideas sobre el legado del Juicio de Roma:

– Se ratifica el valor universal de la Justicia. Delitos aberrantes como los ocurridos durante las dictaduras dañan la conciencia y la dignidad humana universal. La verdad es un derecho universal.

– Se reafirma la imprescriptibilidad de los delitos de Lesa Humanidad.

– La voz de las víctimas fueron fuente de verdad y su testimonio abrió puertas a otras búsquedas, reconociendo lugares y responsables.

– Se confirmó un viejo secreto a voces. El Estado registra, guarda y reproduce las constancias de su actuación por más ocultas que hayan sido. La presentación de documentos probó lo dicho por los testigos y también abrió nuevas miradas que contribuyeron a la localización de los responsables.

– Se legitimó el relato y la magnitud de los horrores de los daños sufridos.

– Contribuyó a recuperar la capacidad de asombro e indignación.

– Las condenas a Cadena Perpetua de los responsables ideológicos y materiales contribuyeron a revalorizar la democracia y la cultura de derechos. La Justicia es un derecho y una garantía.

Hoy es momento, necesidad lo fue siempre, que se haga público un índice descriptivo de la documentación atesorada en las Agencias de Inteligencia del Estado. Es un derecho que atañe a la verdad y a la cristalinidad de la función pública.

Es tiempo de la creación de un Archivo Nacional de la Memoria como entidad pública que reúna diferentes fondos documentales sin perder el contexto y lugar donde fueron generados, que al ser liberados del secretismo militar se transformen en fuente de información, verdad y derecho a saber.

Es momento que el Estado declare Ciudadanas Ilustres a María Bellizzi, Aurora Meloni, Cristina Mihura, Martha Casal, Marta Giordano y Graciela Borrelli. Montevideo las vio nacer, crecer y luchar, las valora por su dignidad, por trasmitir paz y esperanza, por luchar por los derechos de todos. El Estado debería reconocerlas y en ellas a todos los familiares y las víctimas.

Reafirmamos la exigencia del cumplimiento de los mecanismos de prevención establecidos por la legislación nacional y los acuerdos internacionales (Convención Interamericana para la Protección de todas las personas contra la Desaparición Forzada así como la aplicación de los principios Rectores para la búsqueda de Personas Desaparecidas del Comité de Naciones Unidas contra la Desaparición Forzada y las recomendaciones del Grupo de Trabajo, para Nunca Más desapariciones forzadas ni en Uruguay ni en el mundo.

Parafraseando a José Martí “La mejor manera de decir es hacer”.

Muchas gracias

30 de Agosto: Oratoria de Madres y Familiares

30 de agosto de 2021

Aquí estamos reflexionando una vez más, sobre el sentido presente de la lucha contra la Desaparición Forzada, una lucha tan íntima y humana, tan social y tan política.

Marcada primero por la desesperación por encontrarlos vivos. La perseverancia como grupo y como sociedad para no rendirnos en la búsqueda de la verdad. La fuerza que nos ha dado la incorporación de nuevas generaciones, que mantendrán vivas estas banderas, que han ido creciendo y enriqueciéndose, pasando de lo individual a lo colectivo. Porque nos abarca a todos, ya que están profundamente unidas a todas las luchas por una sociedad más digna, más justa y solidaria; donde el centro es el respeto y el valor de la vida misma.

Objetivos que se ven tan difíciles de alcanzar en el mundo de hoy, siempre atravesado por la desigualdad, la pobreza, el hambre. Donde se ha sumado la crisis ambiental, los miles de desplazados, la consecuencia social y económica de la pandemia.

Las luchas políticas, que saltan aquí y allá, que el año anterior aquí nomás, en Bolivia, Ecuador, Chile, Colombia, con el heroico protagonismo juvenil y de los pueblos originarios, alientan la esperanza. No importa lo que ocurra, siempre habrá ímpetu joven, audaz, valiente, que no acepte el lugar de la indiferencia, del miedo, del individualismo protector y que abrirá puertas al futuro. Es estimulante su irreverencia, sus exigencias al poder, la claridad de sus objetivos de proteger la vida y la libertad.

Hoy no deberíamos estar hablando nosotros, sino escuchando a las nuevas generaciones, que levantan con tanta fuerza esta bandera por Verdad y Justicia, junto a otras, muy suyas, sobre educación, diversidad, disidencias, feminismos, medio ambiente. Sus miradas deberían incidir más en nuestros caminos. Nos lo debemos.

Trataré de sintetizar crudamente cómo estamos luego de 37 años de gobiernos democráticos, donde todas las fuerzas mayoritarias del país se sucedieron en los gobiernos. Estamos mal, estamos muy mal. Porque no hemos logrado las básicas garantías para no repetir la cruel experiencia del pasado.

Porque los avances de esta perseverante lucha que han sido muchos, no lograron aún tocar el corazón del Terrorismo de Estado, el tema militar y sus crímenes.

La Justicia no se ha convertido en una barrera protectora y educadora, contra los abusos y delitos del Estado. Especialmente los crímenes de Lesa Humanidad, la búsqueda de la verdad y de los desaparecidos. La responsabilidad que el Estado asume verbalmente, no la ha llevado a la práctica.

Por el contrario, los primeros gobiernos post-dictadura, obstinados en la negación y el ocultamiento pergeñaron la Ley de Caducidad, cuyo efecto se mantuvo  hasta el 2011 (25 años después).

Volveremos cada vez sobre lo mismo: resaltar cómo se inicia el camino de Impunidad, del que no hemos logrado salir.

Con ella no sólo no se juzgó la inmensa mayoría de los casos, sino que, además, se sometió al Poder Judicial al filtro previo del Ejecutivo.

Aquellos primeros gobiernos hicieron primar su visión restrictiva, amparando todos los casos y con ello definieron un camino que hirió profundamente nuestra convivencia democrática.

Esta Ley, bloqueando la posibilidad de Justicia, fue un emblema que avaló a la dictadura, sus delitos, la ilegalidad, el autoritarismo. No olvidemos el caso Berríos, vergonzosamente archivado durante el gobierno de Lacalle Herrera.

Su sombra se extiende hasta hoy sobre cualquier nuevo abuso del Estado, porque sin frenos, la impunidad caminará siempre junto al poder.

¿Porque dónde va a dirimir esta sociedad, lo permitido y lo inadmisible, si no es ante la Justicia? El juicio al Terrorismo de Estado sigue pendiente.

La búsqueda de la Verdad y la Justicia quedaron en manos de la sociedad, de las propias víctimas y de todas las Organizaciones Sociales que acompañaron. La lucha contra el silencio y la tergiversación, la denuncia y la memoria quedaron sobre nuestros hombros. Todos los avances los han logrado la movilización social.

Todos los gobiernos posteriores a la dictadura han sido omisos en asumir, aclarar y cortar de raíz esta amenaza. Todos han sido protagonistas de esta historia de impunidad. Es el Estado actual el responsable que las desapariciones continúen.

La Desaparición Forzada, es un crimen de Lesa Humanidad, imprescriptible, y de carácter permanente. Su efecto no está dirigido únicamente a la víctima inicial a quien matan y desaparecen, sino que su mensaje mafioso, la sobrepasa, provocando en su entorno miedo, desazón y amenaza. Amenaza que perdura y trasciende generaciones. Que amenaza cada una de las luchas de hoy, las sociales, las reivindicativas, las políticas.

Un crimen que no cesa hasta, conocer todo lo sucedido con cada uno de ellos, de ellas, encontrar sus cuerpos y que se haga Justicia.

Nuestros objetivos: ¿Dónde Están? y Nunca Más están indisolublemente unidos.

Para que esta historia no se repita, debemos encontrarlos. Las acciones necesarias para encontrarlos son el camino que cimentará defensas y barreras para el Nunca Más.

La historia nos muestra que existió un camino formalmente “legal” hacia a dictadura, que fue socavando la institucionalidad paso a paso. Fueron un Ejecutivo dispuesto a la represión y al autoritarismo y una mayoría parlamentaria sumisa y cómplice, que, aprobando continuas medidas de limitación de libertades, desatendiendo las múltiples denuncias de torturas y asesinatos, permitiendo la intervención del Ejército en la represión y luego de la Justicia Militar para juzgar a civiles, cimentaron lo que terminó llegando en junio del 73.

Así, se impulsó la teoría del “enemigo interno”, la clave de la infame Doctrina de la Seguridad Nacional, en la que se han formado las Fuerzas Armadas, por lo menos hasta 2019. Y así se justificó la brutal represión de esos 12 años. Todos fuimos categorizados, todos éramos el enemigo.

Las Fuerzas Armadas basadas en esa Doctrina, pautaron sus objetivos y los mantuvieron durante toda la dictadura. Nuestras desaparecidas y desaparecidos, fueron parte de esos objetivos.

Es una lista selectiva de 197 compatriotas.

Han pasado 50 años de nuestro primer caso. En julio de 1971, Abel Ayala fue secuestrado y desaparecido por el Escuadrón de la Muerte, grupos de acción parapoliciales – paramilitares que actuaron ilegalmente amparados y fomentados por el gobierno de la época (Pacheco) y al impulso del avance militar.

El estudio de los casos y hasta los mismos Tribunales de Honor, convalidan la convicción de que la suerte de nuestros desaparecidos, su muerte y su desaparición misma, fueron decisiones adoptadas por los altos mandos.

¿Por qué cada una de ellas, de ellos? No lo sabemos aún, pero sí la característica de este crimen y cómo su acción excede a la misma víctima buscando disciplinar a toda la sociedad.

No lo pensábamos así en aquellos primeros años. Demoramos en entender y aceptar la crueldad de estos hechos. La participación institucional de las Fuerzas Armadas, Los pactos supranacionales como el Cóndor, la utilización de los niños como trofeos de guerra.

Junto a la acción represiva de esos años, la dictadura preparó su impunidad posterior. Con la participación masiva de sus cuadros aseguró el pacto de omertá, ocultó la información, obtuvo complicidades políticas notorias, e implantó su brutal amenaza simbolizada en los cuerpos de nuestros desaparecidos.

Los escasísimos avances en la aplicación de la justicia y algunos restos de nuestros familiares recuperados, se dieron con el inmenso esfuerzo de la sociedad, superando las obstrucciones y la saña del Estado, de sus gobernantes Fueron las familias, compañeros, testigos, periodistas, investigadores los que lograron sacar a luz retazos de la verdad, la recuperación de casi todos los niños y unos pocos hallazgos.

Reconocemos que no han sido iguales los distintos gobiernos en su sensibilidad social, en el reconocimiento de Leyes y Derechos.

A partir de 2005 hubo muchos avances: el ingreso a los cuarteles, el hallazgo de los primeros desaparecidos. El Poder Ejecutivo no interfirió con el Poder Judicial y aunque siguió vigente la ley de caducidad, se logran condenas importantes, como las de Bordaberry, Juan Carlos Blanco y Gregorio Álvarez (expresamente excluidos como tales en el texto de la Ley, aquí hacemos un reconocimiento a los abogados de nuestras causas, y a los fiscales y jueces que lograron estas primeras sentencias, con todo lo que eso significó).

En este período se votan leyes que consagran estos delitos y reparaciones, muchos espacios para trabajar la memoria, donde la Sociedad Civil está cumpliendo un inmenso rol de educación y conciencia.

Y la incautación que hizo la ministra Azucena Berrutti de un archivo encontrado en el CGIOR, importante en sí mismo y también como una muestra de que era posible actuar decididamente.

Sabemos diferenciar; pero no fueron a más. Ni en lo que respecta a cortar con esta impunidad, ni revisar las Fuerzas Armadas y exigir todos los datos para continuar la búsqueda de los desaparecidos, ya que los hallazgos efectuados, demostraban que sabían donde buscar.

Habilitan el trabajo de equipos que siguen hasta hoy, con presupuesto que el actual presidente comprometió y cumplió.

Quienes, con inmenso compromiso, con miles de obstáculos, robos e intimidaciones, dan vuelta la tierra a ciegas desde hace años. Su única información (luego de los dos primeros hallazgos) proviene de los mismos denunciantes, y en más de una oportunidad fueron amenazados, ellos y algún soldado que arrimó un dato.

Mientras tanto, los Comandantes en jefe como Bertolotti, Manini, se limitan a observar, a distraer, a aportar datos falsos para obstaculizar, como pasó cuando se estaba cerca de los restos de Bleier, y que no aparejó siquiera una amonestación.

Ningún gobierno exigió a fondo haciendo cumplir su autoridad, la información que sabemos existe.

No somos nosotros los que tenemos que explicar por qué esta situación se extendió hasta hoy, ¿Por qué ese divorcio entre los dirigentes y sus militantes que han hecho propia esta causa x verdad y justicia? Cada 20 de Mayo demuestra como crece e involucra a votantes de todos los partidos y a todas las generaciones.

Pero sí tenemos claras sus consecuencias que se evidencian cada vez más.

La instalación estructural de la impunidad que ha impregnado todos los ámbitos: Empezando por los distintos ejecutivos, que jamás lograron la real subordinación de las Fuerzas Armadas, ni llevaron adelante su necesaria reformulación, ni los cambios en su formación, ni exigieron la entrega de todos los datos que poseen, empezando por la ubicación de los restos de nuestros desaparecidos. Siguiendo por los distintos parlamentos omisos, que tampoco pugnaron por ello, recién en 2019 lograron modificar tibiamente algunos aspectos de la Ley Orgánica Militar creada en dictadura, y seguimos esperando un debate público y profundo sobre qué Fuerzas Armadas debe tener nuestro pequeño país, si es que precisa alguna.

Continuando por una Suprema Corte de Justicia obsecuente, que avaló la Ley de Caducidad, una Ley rotundamente anticonstitucional, que además sojuzgaba su independencia. Y que cuando esta deja de ser un obstáculo, permite todo tipo de chicanas y demoras, sigue sin reconocer estos delitos como de Lesa Humanidad (acorde a tratados libremente asumidos por Uruguay) y llega al colmo inconcebible de dar al caso Roslik como cosa juzgada, por la intervención que tuvo en su momento la Justicia Militar. Es inaceptable.

Terminando con la presencia en la coalición que hoy nos gobierna, de un partido militar que no tiene empacho en avalar desde el Parlamento lo actuado por la dictadura y sus criminales más conspicuos. Nada de todo esto sale del aire.

La sentencia de la CIDH de 2012 en el caso Gelman significó un impulso importante que habilitó a avanzar: el Estado debió realizar el reconocimiento público de haber cometido estos delitos y pedir perdón. Se comprometió a concretar algunos cambios, entre ellos la creación de la Fiscalía Especializada en Delitos de Lesa Humanidad, cosa que se hace efectiva recién en el 2018, con la designación del fiscal Perciballe a cargo de la misma.

Fue un acierto concentrar los casos hasta ese momento dispersos, lo que permitió la acumulación de conocimiento y sacar a luz junto a los nombres de siempre, a nuevos imputados a los que se les pide procesamiento.

Su positivo trabajo ha ayudado al armado del complicado puzle de la operativa represiva, resaltando la coordinación de los distintos organismos SID, OCOA, DNII, dentro y fuera de fronteras.

Su principal escollo, sigue siendo la Suprema Corte de Justicia, que permanece refractaria a la normativa internacional como dijimos y a la sentencia de la CIDH, que la obligaría a tomar una actitud proactiva y a entender estos crímenes como de Lesa Humanidad y por tanto imprescriptibles.

A pesar de hechos tan importantes como el juicio de Roma, que ha dejado claro que no existen fronteras para los delitos de lesa humanidad, el lento avance de la justicia y la obtención de algunos procesamientos, poco nos han hecho avanzar en el sentido de la Verdad, de lo que debemos conocer como sociedad y nada ha conducido al encuentro de los desaparecidos.

En definitiva, la suma de omisiones de los poderes del estado termina reafirmando el pacto de omertá de los perpetradores y se extiende casi como una política de Estado que ningún gobierno ha cortado de raíz, que va impregnando nuestra vida cotidiana y nos impide lograr nuestro reclamo de Verdad, Justicia y Nunca Más.

Los datos están, la información está. Hay sobradas pruebas de ello. Siempre estuvieron en manos de las organizaciones represivas y allí continúan.

Siguen vivos muchos de los principales protagonistas. Los sucesivos Comandantes conocen la ubicación de los archivos; los altos oficiales que participaron en los tribunales de honor y que luego fueron ascendidos, escucharon las terribles confesiones. Todo lo que evidencian los pocos archivos a los que hemos accedido, lo confirman.

¿Qué hacemos con todos estos fragmentos de verdad? ¿Qué hicieron los gobernantes con ellos? ¿Qué cambios? ¿Qué exigencias?  Este tema no tiene que estar en las rencillas electorales. El Parlamento debió votar la venia que pidió Tabaré Vázquez para dar de baja a los Generales que habían actuado en el Tribunal de Honor de Gavazzo y aplaudir que en este gobierno por la denuncia tremenda en el caso Roslik sacaran a Castellá.

De una vez por todas los gobernantes y cada una de las fuerzas políticas se deben hacer cargo. Es su responsabilidad terminar con esta tolerancia, esta falta de compromiso con la democracia, este engaño al que someten a los ciudadanos. Nadie los votó para sostener un crimen atroz. Su omisión en tantísimos años, han dañado profundamente los valores que nos distinguen y cimientan nuestra convivencia.

Hoy todo esto se evidencia más que nunca y no es casual. La permisividad a la impunidad que los gobiernos han sostenido, llevaba implícita una revaloración del autoritarismo que apenas encontrara un marco propicio iba a hacer eclosión. Está en juego desde la movilización sindical a la libertad de cátedra. Se intenta confundir el significado de la laicidad, el uso del espacio público y hasta la terminología básica donde política, o ideología en lugar de ser la base para un debate que   amplíe la visión del mundo, pasan a ser ofensivas.

Con la LUC, se pretende dar un marco jurídico a todo esto. Por eso hemos acompañado y apoyado la recolección de firmas para dar un verdadero debate y ver en cuánto de esta normativa impuesta, el pueblo acuerda. Nos congratulamos con la obtención de las 800.000 firmas que habilitarán el recurso de la democracia directa, y convocamos junto a todas las organizaciones de Derechos Humanos a informarnos, a debatir, a involucrarnos.

Entre nuestros desafíos, está no retroceder. Detrás de cada conquista hay mucha lucha y mucho dolor que nos anteceden. Que cada generación pueda pelear por sus propios sueños sin que eso signifique poner en juego su vida.

Por eso una vez más, exigimos a los tres poderes del estado que nos digan Dónde están nuestros desaparecidos. Que nos digan toda la Verdad de lo que pasó con cada uno.  ¿Por qué ellas, por qué ellos?  Queremos toda la verdad sobre la operativa que los desapareció. Que paren con este crimen.

La nuestra no es una lucha de los familiares, es la lucha de todas, de todos; porque Todas y todos Somos Familiares.

Verdad, Memoria y Justicia. Nunca Más Terrorismo de Estado.

Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos

Comunicado de Prensa: 30 de Agosto

Montevideo, 26 de agosto de 2021.

Comunicado de Prensa

 

A la memoria de todos quienes han sido y son víctimas de este delito que pretende que las ausencias sean olvido.  Como cada año, en el marco del Día Internacional del Detenido/a Desaparecido/a la Asociación Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos convoca a todas las personas a sumarse a la reflexión en esta jornada.

Hoy, la Desaparición Forzada sigue siendo un flagelo en muchos rincones de la región y del mundo. Es importante saberlo, debatirlo, denunciarlo desde todas las miradas. Se propone una mesa que ante la cultura de la impunidad y el pacto de omerta presente, apuesta a un camino diferente, contrapuesto, a un dialogo basado en la necesidad de coconstruir memoria activa a través de la verdad y la justicia.

Se contará con la oratoria de la Dra. Lucía Giudice (Abogada, Ielsur), Prof. Oscar Destouet (Profesor de Historia Contemporánea y de Derechos Humanos) y Elena Zaffaroni representante de la Asociación de Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos.

El cierre artístico será de la mano de Alejandro Spuntone y Guzmán Mendaro quienes además de su vasta trayectoria realizaron el tema Silencio, canción que surge luego de la 24ª. Marcha del Silencio en el 2019 y se estrena en el 2020 encuadrada en la primer Marcha Virtual en el marco de la emergencia sanitaria.

La actividad se realizará a las 19:00 en la Sala Zitarrosa. Con localidades agotadas, se podrá seguir el evento a través de Facebook Live, Instagram, YouTube de Madres y Familiares y YouTube de APU:

Por Verdad, Memoria y Justicia y Nunca Más Terrorismo de Estado.

Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos

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