Oratoria por el Día Internacional de los Derechos Humanos

Montevideo, 14 de diciembre de 2024.

Estimadas compañeras y compañeros,

Un año más volvemos a encontrarnos en este Memorial, en el marco de un día que nos convoca a todos a continuar reclamando y exigiendo la defensa de nuestros derechos humanos, pero también nos invita a reflexionar y saludar los avances que hemos logrado en todo este tiempo, fruto único de las luchas sociales de nuestro pueblo.

Este día nos encuentra al cierre de un año electoral, donde la agenda y la discusión pública quedó atada a la campaña y sus necesidades, mientras de manera paralela se desarrolla un modelo social, económico y político que ha profundizado las desigualdades, las violencias estructurales y estatales.

Nos encontramos en un escenario de inmensa fragilidad y debilitamiento de la estructura social, donde no se garantizan los derechos de quienes más lo necesitan. Asombra y preocupa un contexto de profunda violencia, el abandono y desprotección de las infancias y adolescencias, bajo la mirada estática de un Estado que es omiso en su respuesta. Reiteramos un reclamo que continúa estando vigente en toda la sociedad: el Estado no puede estar ausente y lejano a las necesidades de las personas; los derechos humanos (la salud, la educación, la seguridad alimentaria), son inalienables para todos y todas. Estos derechos deben ser respetados y es responsabilidad del Estado que los mismos se cumplan.

El contexto local y regional, reclama a la sociedad civil a estar alerta y vigilante, buscando alternativas a un modelo que presenta problemas profundos y estructurales.

El trabajo por Memoria, Verdad y Justicia, no es ajeno a esta realidad en la que nos encontramos. Llevamos tiempo denunciando la presencia de discursos que no hacen más que alimentar los enfoques negacionistas sobre el pasado o, incluso, aquellos que justifican el Terrorismo de Estado. No son de extrañar las voces cargadas de odio que asoman cuando se intenta erosionar la cultura de la impunidad, que llegan a verter amenazas hacia quienes militan por los derechos humanos, tal como hemos denunciado en reiteradas ocasiones durante el correr del año.

Han sido diversas las trabas que han surgido en este tiempo respecto a materia de Memoria fundamentalmente. Hemos sido testigos de cómo se niegan colocaciones de placas de memoria en centros educativos, lo que parece ser una política clara de retrocesos en materia educativa; también se ha intentado quitar el concepto de terrorismo de Estado de los programas de Historia, o se ha censurado materiales de difusión al respecto.

No podemos dejar de decir que el gobierno ha hecho oídos sordos ante los reclamos de las organizaciones de la sociedad civil cuando, por ejemplo, aprueba una ley sobre el acceso a los archivos del pasado reciente desoyendo nuestros reclamos sobre la necesidad de proteger a las víctimas y sus datos.

Muchas veces hemos tenido que escuchar cómo, a nivel discursivo, agentes políticos han querido imponer un relato donde se muestre al gobierno actual como aquel que más información ha aportado para la investigación sobre el pasado reciente. Sin embargo, es esta una afirmación engañosa y que no responde a la necesidad urgente de tener información y archivos que realmente aporten y sirvan al esclarecimiento de la verdad. No ha existido, durante este período, una actitud activa para avanzar en la construcción de la Memoria, la Verdad y la Justicia.

Como bien saben, seguimos esperando la respuesta al pedido de acceso a la información que realizamos el pasado 7 de noviembre luego de reunirnos con el Ministro de Defensa Armando Castaingdebat en referencia a la supuesta orden dada a las Fuerzas Armadas de brindar información sobre el paradero de los detenidos desaparecidos en 2021. Este gobierno, respaldándose en las disposiciones de la ley N° 18.381, solicitó una prórroga para resolver la solicitud de información formulada por nuestra Asociación.

Sin embargo, si efectivamente esta orden fue realizada, y el Ministro contaba con copia de la misma durante la reunión que realizamos en un carpetín que esgrimió en innumerables oportunidades, ¿por qué tantas dilaciones y demoras? No estamos pidiendo algo tan complicado: sólo exigimos una copia de este pedido y su respuesta, solo así podremos ver la naturaleza de la información allí contenida y sacar nuestras propias conclusiones.

Nos preocupa el silencio mediante el que se hizo el pedido (en caso de que efectivamente fuera realizado) y las razones por las cuales no fuimos notificados sino hasta tres años más tarde en el marco de una campaña electoral. Volvemos a repetir hoy, al igual que siempre, que lo sucedido con nuestros familiares no debe ser un tópico para pensar con la estrechez de la lógica electoralista.

Pero hay algo más macabro que el ocultamiento y las vacilaciones, y es que, si las Fuerzas Armadas efectivamente respondieron que no cuentan con información sobre nuestros familiares, se denota -una vez más- que sus mandos siguen perpetuando el pacto de omertá. Siendo esto una desobediencia explícita y registrada al Comandante en Jefe, por lo que se deberían tomar acciones al respecto. No podemos tolerar más que la impunidad siga reinando y se naturalice.

Es urgente y necesario que se le exija a las Fuerzas Armadas que entreguen toda la información: son estas fuerzas, asesinas y cobardes, las que han mantenido secuestrados a nuestros familiares por tantos años y aún en el presente lo siguen haciendo. Son esas fuerzas las que callan, incluso cuando la tierra habla.

Celebrados los comicios, se ha abierto un tiempo de propuestas, de construcción de caminos en las diversas arenas, y este tema no se encuentra ajeno. Caminar hacia un verdadero Nunca Más implica plantearse una nueva perspectiva integral.

Implica que demos un paso hacia atrás, reconozcamos lo transitado desde la Comisión Parlamentaria de 1985 hasta ahora, y apostemos a profundizar las acciones que dieron resultados efectivos, y descartar aquellas que no; que repliquemos buenas prácticas de la región y estrechemos lazos de cooperación.

40 años más tarde es central que se genere una política pública integral que denote un compromiso en búsqueda e investigación sobre nuestros familiares detenidos desaparecidos. Recordamos que es una tarea irrenunciable del Estado, por lo que se deben ampliar los equipos que forman parte de la Institución Nacional de Derechos Humanos por Ley N°19.822; dotarles del presupuesto necesario, pero además profundizar el relacionamiento con diversos organismos públicos, mediante convenios y demás instrumentos administrativos, que permitan superar las dilaciones y trabas burocráticas en las que terminan atrapados.

Sabemos que la coordinación represiva fue regional y las acciones a gran escala utilizaron las estructuras estatales para el desmantelamiento de las organizaciones mal llamadas subversivas, persiguiendo a las personas por el mero hecho de pensar diferente, torturándolas, asesinándolas, desapareciéndolas. Es por ello que se debe consagrar una política de Estado para que la diplomacia uruguaya, a través del Ministerio de Relaciones Exteriores y sus sedes diplomáticas, brinde apoyo activo a las tareas de investigación para establecer el destino o paradero de los uruguayos detenidos desaparecidos en el exterior.

Esto se plantea como urgencia cuando vemos lo que está sucediendo en los países hermanos, donde se desmantelan instituciones enteras de derechos humanos. Es en estos escenarios donde precisamos un Estado uruguayo posicionado y comprometido con el Nunca Más.

Es también necesario remarcar que no basta con dar una orden a las Fuerzas Armadas, sino que es imperioso transitar hacia un cambio de cultura institucional que redunde en una colaboración activa de rastreo de todos los archivos que posean datos relevantes para la búsqueda y la memoria. Asimismo, este cambio de mentalidad implica, inexorablemente, cambiar el modelo de formación: las juventudes no pueden seguir formándose bajo la Doctrina de la Seguridad Nacional y la idea del enemigo interno. Es tiempo de que se realicen cambios desde la raíz y no ajustes marginales.

Repetiremos hasta el cansancio que el derecho a la verdad es central y es necesaria una cultura institucional comprometida que asegure que las graves violaciones y atropellos cometidos no queden impunes. Este año, se dieron algunos pasos con el nuevo procesamiento a Eduardo Ferro, la confirmación por parte de la Suprema Corte de la condena de Rubens Francia, la solicitud de procesamiento de Enrique Buzó y Néstor Silveira Fonseca, Se dispuso el procesamiento de Walter Díaz Tito, se procesó a Luis Agosto, a Alexis Grajales, entre otros.

Estas sentencias son el fruto de una lucha de muchos años, de compañeros y compañeras reclamando, de muchos que ya no están, pero valientemente denunciaron cuando se intentaba colocar un manto de silencio. De otras que brindaron su testimonio, una, dos, mil veces, todas las que fueran necesarias, a sabiendas que contar el horror implica volver a pasar por el cuerpo experiencias inhumanas y degradantes. Estos pasos en la justicia son fruto de un compromiso militante y activo.

Hoy José Luis Parisi Alegre, procesado por delitos de lesa humanidad (en especial las desapariciones de Julio Correa y Juan Manuel Brieba), en una actitud de absoluta cobardía se encuentra prófugo de la Justicia. En este acto exhortamos a las autoridades competentes a que, si este se acercara a alguna oficina pública a realizar el trámite de fe de vida con objeto de obtener la compensación por retiro, cumplimentando con los requerimientos establecidos, se proceda de manera adecuada y se lo conduzca a la justicia. Parisi no se escondió para torturar, para asesinar, para desaparecer a compañeras y compañeros; pero hoy cuando debe enfrentar la justicia, la que nuestros familiares y miles de compatriotas no pudieron tener, huye.

Cuánta cobardía hay en aquellos que, como Parisi, ejercieron el terror sobre nuestro pueblo. Cuánta cobardía hay en quienes cercenaron los sueños de tantos hombres y mujeres valientes, que se atrevieron a soñar con un mundo diferente, más justo y solidario. Hombres y mujeres sedientos de utopías, a quienes el dolor ajeno les dolía en carne propia. Quienes dotaron de sentido la palabra compañero.

Es a ellos y ellas, forjadores de nuevos amaneceres, a los que nos negamos a olvidar. Sabemos que allí están, y que los vamos a encontrar a todos y todas. Porque sabemos que los volveremos a abrazar, como lo hicimos este año con Amelia Sanjurjo y Luis Eduardo Arigón. Porque cada uno de ellos podrá volver a su familia, a su hogar y a su pueblo.

No podemos no nombrar a quienes son parte fundamental de este trabajo inmenso, y que ha permitido recuperar algo de verdad: el Equipo Argentino de Antropólogos Forenses y el Grupo de Investigación en Antropología Forense, con quienes compartimos el honor de ser reconocidos con el Premio internacional Mario Benedetti a la Lucha por los Derechos Humanos y la Solidaridad. Caminamos mucho, aprendimos juntas y queremos reconocerles por su calidad técnica, por su perseverancia, pero fundamentalmente por la entrega y dedicación con la que realizan las tareas, trabajando sin descanso para encontrar a nuestros familiares en predios con cientos de hectáreas, superando la maleza y las adversas condiciones climáticas. También por el cuidado, por la humanidad en la que nos comunican cuando existe un hallazgo y nos brindan la información, por ese abrazo tan necesario.

En este camino, no estamos solas: esta lucha ha permeado en todo el entramado social, y se ha vuelto carne en nuestra sociedad, de un pueblo que no olvida, que reclama justicia, que construye memoria y necesita la verdad. Un pueblo que nos acompaña e inunda las calles cada 20 de mayo diciendo ¡presente! Pueblo que llena las redes, las esquinas, que pinta muros y cuelga margaritas en las ventanas; que se organiza para dar charlas en las canchas, en los centros juveniles, en las plazas, y en los bares. Sólo con ustedes a nuestro lado, podremos vencer el olvido.

Nuestro pueblo ha pagado costos inmensos, cientos de vidas arrancadas y de historias que no pudieron ser. Pero ya no podemos esperar más, muchas compañeras y compañeros ya no nos acompañan en esta lucha; el tiempo corre inexorable y vuelve urgente la verdad. Es necesario que de una vez por todas se tomen acciones reales: que se termine con la desaparición forzada de nuestros familiares, que sepamos qué pasó y que se haga justicia.

Cada día que pasa, es una lucha contra el olvido, contra la indiferencia.

Necesitamos y exigimos saber qué pasó. Es necesario que quien tenga información rompa el silencio y poder así terminar con el crimen permanente de la desaparición forzada; que nos ayude a encontrarles, que permita a nuestros seres queridos volver con sus familias y con su pueblo que los sigue esperando.

Es necesario desenterrar la verdad; que nos permitan, al menos por un momento, imaginar un final diferente, uno en el que el amor y la verdad prevalezcan sobre la mentira y el silencio.

Será responsabilidad del sistema democráticamente electo exigir, buscar, investigar y entregar a la sociedad la información que nos permita saber qué pasó con cada uno y cada una de ellos, terminando así con la impunidad de este crimen. Será deber nuestro, exigir que esto se cumpla.

En este memorial, con sus rostros inmortales a nuestras espaldas, recordamos a nuestros familiares desde su vitalidad y alegría, como lo que eran, personas que querían un mundo mejor, luchadores sociales, militantes, soñadores, parte del pueblo organizado, del movimiento obrero y estudiantil. En un escenario de continuos atropellos, no existe mejor forma de recordarles que con memoria viva, defendiendo nuestros derechos y libertades en todos los frentes, saliendo a las calles, extendiendo el brazo compañero.

Por ellos y por ellas, es que nos negamos a olvidar. Aunque el tiempo corra no estamos solas, siempre caminaremos junto a toda una sociedad que ha tomado como suya esta causa.

Seguiremos siempre aquí, luchando y sembrando margaritas por Memoria, Verdad, Justicia y Nunca Más Terrorismo de Estado.